13 Nov Entrevista a Laura Egea en `El Búho de papel’
¡Hola de nuevo Musadictos!
En el post de hoy de nuestro Musablog os traemos una entrevista que El Buho de papel hizo a nuestra Laurita, en la que durante más de una hora han charlado de sus inicios, cómo es trabajar en el mundo del tatuaje o cómo es trabajar tantas horas en nuestro estudio Musa Tattoo en Cuenca.
Si quieres verlo, no tienes más que pulsar aquí, pero por si no puedes en este momento, por aquí te dejamos las preguntas más relevantes del encuentro. Esperamos que disfrutéis de esta charla que os va a permitir conocer un poquito más de cerca a nuestra tatuadora de realismo Laura Egea.
- Bueno Laura, lo primero aclarar que te pueden encontrar en Cuenca, en tu estudio de Musa Tattoo.
Sí, yo animo a todo el que venga a tatuarse que no vengan únicamente a sufrir, sino que también aprovechen y visiten esta ciudad que es Patrimonio de la Humanidad. Es el lugar perfecto para pasar un fin de semana y perderse por sus calles medievales.
- Por no hablar de la comida…
A mí me encanta comer, y la mezcla entre turismo y gastronomía lo hacen el sitio perfecto. Además la vena artística que tengo hace que siempre vuelva a Cuenca a pesar de haber vivido en otros sitios. Yo necesito vivir en contacto con la naturaleza sin necesidad de coger el coche
- ¿Cómo fue tu primer contacto con el mundo del tatuaje?
Considero que empecé un poco tarde, ya que, aunque siempre me llamó la atención, el tema de las agujas me daba mucho reparo. Pero al final me lancé para aprenderlo como una técnica más dentro de las que nos enseñaban en la carrera, además había amigos que siempre te animaban.
En verano de 2013 empecé a trabajar en un estudio y allí fue donde me lancé de forma más profesional. Pero podemos decir que no fue hasta que montamos el estudio de Musa Tattoo en Cuenca hasta que no me lo tomé realmente en serio porque era a lo que me dedicaba todos los días.
- ¿Qué estudiaste?
Bellas Artes, lo tenía muy claro que quería ser pintora, desde pequeña. Y, la verdad, pintora soy así que no me puedo quejar.
- ¿Cómo superaste el tema de las agujas?
Lo que más me costaba era el tema de clavarlas, pero estuve practicando con frutas y verduras, y con piel artificial. Con esto se te va quitando el miedo un poco, pero realmente no es ‘piel viva’. Luego empiezan a ofrecerse amigos que son tus ‘primeras víctimas’.
- Por suerte, para los que nos gustan los tatus, lo superaste…
Sí, tenía muy claro que no me quería quedar con la duda y que empeño le iba a poner.
- ¿Y con qué máquina empezaste?
Yo empecé con bovinas y no sabía ni montar la máquina. Me hice con una a la que le llamaba ‘el tractor’ por el ruido que hacía. Estas máquinas pesaban mucho más que las máquinas modernas, de hecho, al principio padecí mucho de muñecas e incluso desarrollé el Síndrome de Raydnau, que para el que no lo sepa es como si se te congelaran las manos, y es frecuente en aquellas personas que trabajan con máquinas vibratorias porque se te hacen más finos los capilares y la circulación es peor.
Me pasé a las rotativas que pesan bastante menos y me he adaptado mejor.
- No tenía ni idea de este síndrome. Lo has tenido que pasar mal porque trabajar con dolor…
No es lo suyo. De hecho, yo no puedo coger cosas frías en la calle. No tiene cura pero lo puedes controlar manteniendo las manos calientes o intentando parar cuando hago tatuajes grandes. Los días que hago piezas más pequeñas lo noto mucho menos.
- Tiene mucho mérito con las piezas tan grande que haces, además a color, que llevan mucho más tiempo. Te iba a preguntar por tus retos, pero creo que han salido solos en la conversación.
Yo soy una survivor (risas). Creo que el reto más fuerte ha sido montar un negocio, más de lo que es tatuar en sí. Eso me ha hecho trabajar muchísimo porque tienes que hacerlo sí o sí, aquí no puedes pedirte un día libre. Durante los primeros cinco años yo trabajaba 72 horas semanales; además de tatuar y diseñar hay que estar al tanto de la agenda, lo papeles… y eso repercute al final en la salud. Yo ahora estoy intentando equilibrar con mi vida personal, porque si abusas del trabajo es cuando surgen determinados problemas, y noto que me encuentro mucho mejor a todos los niveles.
Tanto volumen de trabajo a veces ha salido en forma de ansiedad… y hay que ser sabios porque si “la máquina peta”, ya no vas a poder trabajar más.
Y eso que Nando quita mucha carga de redes sociales y de tema de gestión del equipo y del propio centro porque no sé cómo será en otros países, pero en España se les exige mucho a los estudios de tatuaje y de piercing.
- ¿Cómo te organizas para realizar las piezas?
Soy muy bruta, me gusta terminar en el día, pero si la pieza requiere más tiempo intento que sea en días seguidos, ya que muchos de los clientes son de fuera, así no tienen que estar viajando.
La clave está en conseguir que el cliente aguante toda la sesión, que es lo normal. De hecho, les pido que desayunen muy bien o que traigan frutos secos para ir comiendo mientras, porque no paramos ni para comer. De esta forma al cliente le duele menos y yo termino antes y así tengo algo de tiempo para mí.
- ¿Cómo haces las mezclas de los colores?
Picoteo de varios colores y voy mezclando sobre la marcha. Yo pintaba al óleo, donde hay mucha mezcla de color, de esta forma mantengo su misma línea.
Necesito sentirme libre con las piezas y hacer lo que me inspira el diseño. Voy adaptándome al contexto de la pieza y al estado de la piel, mientras voy dando rienda suelta a mi imaginación.
- Entonces tú no copias la imagen, le das tu propio sello.
Sí, me gusta interpretar. Esto lo hago mucho también en retratos personales ya que la calidad de la fotografía es muy baja y tienes que salirte de esa imagen para mejorarla.
- Nos puedes dar consejos que hayas aprendido a lo largo de estos años?
Es complicado porque esto funciona con ensayo y error, como cualquier disciplina artística, pero yo soy de las que opina que hay que tatuar como tú te sientas libre, como he dicho antes. En mi caso, por ejemplo, no voy siguiendo un orden a la hora de meter los colores, lo cual puede manchar el diseño, porque lo último que se suele poner es el blanco, pero yo necesito ir metiéndolo poco a poco para ir viendo el esbozo del diseño final.
- Hablando de manchar, ¿cómo evitas la contaminación con tonos muy fuertes?
Sobre todo limpiándolo mucho, yo gasto tanto papel que me debería patrocinar Colhogar (risas).
- ¿Utilizas otro material?
En esto soy muy clásica, porque me gusta el jabón neutro o las espumas. Aunque para esto depende mucho del estado de la piel del cliente, porque a veces vienen unas pieles sequísimas en las que solo puedes usar papel.
De hecho, cuando cogen la cita nosotros les aconsejamos que se echen crema unos días antes. Por eso prefiero tatuar más a chicas que a chicos, porque ellas se suelen echar siempre crema después de la ducha, y eso se nota muchísimo.
- Esto pasa también con los deportistas, que suelen tener las pieles muy tensas.
Sí, también me pasa con aquellos que han tomado mucho el sol, que se nota de forma instantánea, porque son pieles envejecidas y deshidratadas.
- Volviendo al tema del estudio. ¿Cómo fue abrirlo y porqué el nombre de Musa Tattoo?
Decidimos abrirlo por la mala suerte que tuvimos a la hora de encontrar trabajo. Pero resulta que no ha sido tan fácil como lo esperábamos.
El nombre de Musa surgió en Las Palmas tomando unas cervezas. Empezamos a dar ideas y entre ellos Nando lo dijo y a mí me gustó mucho, porque las musas son las diosas de las artes y creímos que podía encajar bien.
- Seguro que surgieron muchos nombres divertidos…
Sí, de hecho encontré hace poco un papel en el que apuntábamos todos estos nombres y me llevé las manos a la cabeza de las cosas que salieron allí. (risas).
- Cambiando de tema, ¿qué máquina usas?
De máquina uso Cheyenne, de tinta Eternal, y de agujas MB, que van bastante bien. Además, uso las baterías pequeñas de Critical, porque soy hater de los cables. En cuanto salieron estas baterías se me abrió el cielo, porque el cable siempre termina dando guerra. Yo empiezo muy ordenada, pero cuando llevas tantas horas todo se convierte en caos y destrucción.
- A mí me pasó igual, al final dejaba el pedal encima de la mesa y se convirtió en un botón.
¡Qué buena idea! También me pasaba que se enganchaba el cable con la silla…
- Las Critical están muy bien porque, aunque en foto las veía más grande, en persona son muy diminutas, tanto que dudas de la potencia que pueden tener.
Pero sí que duran y tienen mucha potencia. Yo estoy encantada.
- ¿Por qué Cheyenne?
Por seguir con el estilo minimalista a la hora de tatuar, y con el pen me manejo muy muy bien.
- En cuanto a trabajar, por ejemplo, con las agujas, ¿tienes unas piezas predilectas o coges lo primero que pillas?
De primeras me adapto, pero desde que me patrocina Tat Soul son las que utilizo y me van muy bien para sombrear o para hacer líneas.
- Usas agujas pequeñas o grandes.
Como te he dicho soy muy ansiosa y quiero todo para allá, por eso opto por las agujas grandes, como de 19. Pero sin pasarse, porque también tienes que tener cuidado en tu elección para ser precisa en tu diseño. Lo más pequeño que uso es el 15.
- Es que con el tamaño de tus piezas… con agujas pequeñas estarías en cada tatuaje un mes.
¡Vaya! Además que también me da la sensación de que el diseño queda más uniforme. Lo que ya he dicho antes y es que al final esto tiene que ser lo que a cada uno le funcione y con lo que disfrute haciéndolo.
- Eso es lo que me gusta del tattoo, y es que aunque varios tatuadores hagáis el mismo estilo, luego cada uno le da su propio toque. Por ejemplo, tú que eres más pictórica se te podría compara con Laura Juan y Víctor Zetall.
El arte tiene una parte en la que sí están presentes las matemáticas, pero después está el enfoque subjetivo, que es como tú utilices: la base y es lo que te va a diferenciar de otros artistas. Es el lado interno no domesticado el que pone la guinda del pastel a cada tatuaje.
Cuando termino una pieza solo le veo fallos. Por eso dejo que pasen los días para tomar distancia del trabajo y ya lo veo con otros ojos. Pero lo que sí es verdad es que el tatuaje es algo artesanal, no somos máquinas. Es como si haces una taza de forma artesanal, va a tener algún desperfecto o algún bollito, pero en eso reside su alma y por eso se diferencia de aquellas que se realizan de forma industrial. A lo mejor es que yo soy una romántica o pasional, como una vez me dijo un profesor en la carrera, y que tenía que aprender a controlarlo un poco.
La teoría la conozco pero no puedo evitar seguir mis impulsos.
- A mí me parece bien, porque es eso lo que te da tu sello tan singular. Es lo que he hablado con otros artistas y es que al final cada pieza es un reto y somos nuestros peores críticos.
Recuerdo un día en el que estuve de guest y, una vez de fue el cliente, salí llorando. Y fíjate como son las cosas, que a día de hoy es uno de mis tatuajes favoritos. De ahí saqué la conclusión de que no hay que ser tan exigente y que hay que alejar tu foco de la pieza. Al final esto es un proceso y saber que es un camino en el que no dejas de aprender.
- A mí también me ha pasado, no llorar, pero ponerme a gritar como un loco. Y después te das cuenta de que tampoco era para tanto… Un amigo mío fotógrafo me recomendó un truco que hacen ellos, y es no ver las fotografías recién hechas, si no que esperas unas semanas o incluso un mes. “El árbol no te deja ver el bosque”.
Hacer zoom es lo peor que nos ha podido pasar (risas). Porque la cámara ve mucho más que el ojo. Hay clientes que se ponen a ampliar tanto que es inevitable ver defectos.
- A mí eso me ha pasado, incluso gente ve trabajos de compañeros así.
Eso lo odio, porque todos hemos cometido fallos. La piel está viva, no es un lienzo impoluto. La piel varía, tiene pelitos, pequitas, es más blanca o más morena… pero en esas pequeñas diferencias está la belleza.
No puedes criticar a una persona porque una línea esté mal, eso no significa que el resto esté mal.
- Pienso igual que tú. La exigencia que hay hoy en día… hay clientes que parece que buscan que le haga el tatuaje una máquina.
En este gremio, y supongo que en otros muchos también, hay gente muy competitiva. Desde mi punto de vista las críticas deberían ser constructivas y sobre todo ponerte la piel de la otra persona. Imagínate que en ese momento de la línea torcida ha sido porque el cliente ha estornudado o porque ha tenido un tic muscular.
- Vamos a volver un poco atrás, y vamos a hablar de tu sponsor, que es un tema que a la gente le interesa mucho.
A mí me contactaron y claramente me interesó porque significa que hay alguien que te apoya y cree en ti. Pero le diría a la gente que no se obsesione con esto, que lo más importante es confiar en ti mismo y que tu trabajo vale, independientemente si está esponsorizada o no.
- Según tu experiencia, crees que estamos muy obsesionados con los sponsors y con los followers.
Por supuesto. Yo me muevo mucho en Instagram y, por un cambio en el algoritmo, pasé a tener la mitad de likes en una foto.
Claramente es algo muy importante porque gracias a este medio yo tengo clientes internaciones. Pero no hay que obsesionarse con esto porque la cantidad de seguidores no refleja la calidad de tu trabajo. Es una realidad virtual, como bien se define.
Al final lo que importa es verlo en la realidad, que te hagas una tattoo chulo y que tú estés contento con él. Porque siempre en persona el tatuaje va a ser mil veces mejor que lo que podemos ver en una foto.
- Hay fotos que hasta la persona pierde los lunares por lo difuminado que está…
Claro. Y tampoco es lo mismo un tatuaje con los colores subidos por estar recién hecho. Hay muchas cosas a tener en cuenta que solo se ven en la realidad. Muchos clientes me dicen “ala es como en las fotos”, y eso es lo que intento conseguir.
- Me llama la atención que uses Reflex…
Porque con este tipo de cámara las fotografías son lo más reales posibles. Usar un filtro para subir tus fotos a Instagram, lo que estás haciendo es enseñar algo que no se ajusta a la realidad. Queda muy impactante mostrar los colores tan subidos y con tanto contraste, pero para mí no es más bonito, ves más gama de color con luz natural y la cámara Reflex.
- Hasta aquí la charla Laura. ¿Quieres terminar con un consejo para nuestros oyentes o el que le darías a la Laura que empezó?
Uno de los consejos más básicos es el de observar. Y a la Laura de antes le diría que echara un poco el freno, que está muy bien trabajar pero sin excederse demasiado.
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